LA MÚSICA COMO DIRECTORA DE ORQUESTA DE NUESTRO CEREBRO

El reconocido maestro y director de orquesta, Fernando Ciraolo, habló sobre la relevancia de escuchar o practicar música en nuestra salud. En ese sentido, se refirió al espacio que las instituciones educativas del país le brindan a la música como actividad curricular para niños y adolescentes.

La música es parte de la vida de casi todos –por no decir todos- los seres humanos. Pero no todos –por no decir casi nadie- conocen las virtudes de la música sobre la salud y el bienestar de las personas. “El entrenamiento musical está relacionado con el desarrollo cerebral y eso hace que se mejore la capacidad de memorizar y razonar a edades muy tempranas”, indica el maestro y director de orquesta, Fernando Ciraolo, italiano de nacimiento pero de frondosa formación musical en Rosario.

“Cuando un niño toca algún instrumento o escucha música que le resulta placentera, se activan muchas áreas del cerebro en forma global, y eso se debe a que nuestro cerebro tiene plasticidad neuronal, o sea, la capacidad de adaptarse facilitando la constante reorganización neuronal”, explica Ciraolo.

Dada su rica trayectoria tanto en Argentina como fuera del país, Ciraolo fue convocado hacia finales de 2015 al III Congreso Argentino de Psiquiatría, Neurociencias y Psicoterapias, en donde presentó “Música y cerebro, una sinfonía neuronal”. Además, ha trabajado en Rosario junto al Dr. Jorge Nagel (eminencia en Neurología, miembro fundador de la Asociación Argentina de Neurorradiología Diagnóstica y Terapéutica), quien, según asevera, “tiene especial interés y devoción en profundizar sobre esta temática”.

Tal como destaca Ciraolo en diálogo con Buenas & Sanas, “los neurocientíficos están particularmente interesados en descifrar qué pasa en el cerebro de los músicos y, sobre todo, en el de los directores de orquesta.” Los neurólogos Oliver Sacks y Facundo Manes, como así también el biólogo molecular Estanislao Bachrach, también dirigen sus investigaciones a esta relación música-medicina que “domina nuestras vidas, ya que la música no sólo nos produce emociones elevadas o actúa mejorando la memoria, sino que también puede sumirnos en la depresión, cuando ella no es la adecuada”, sostiene.

“Desde tiempos remotos, el sonido tuvo un fin utilitario que le servía al hombre como forma de comunicar sus preocupaciones, necesidades y emociones, implorar la lluvia, curar enfermedades, etcétera”, explica Ciraolo y prosigue: “más adelante, en la época de los antiguos clásicos, se sabía que la música podía facilitar la persuasión y la armonía social, y que la educación musical cumplía una función de primer orden en el conocimiento de la verdad, el equilibrio y el perfeccionamiento de la Ciudad-Estado. (…) Y en estos últimos tiempos, con la creación del tomógrafo y las neurociencias en la búsqueda de respuestas, se ha comprobado que el cerebro responde al estímulo musical y que al hacer música, se activan conexiones en varias regiones cerebrales involucradas en la emoción, la cognición, el movimiento y la memoria.” Es así que “quien ejecuta un instrumento procesa información de secuencias complejas, en donde se involucran casi todas las áreas del cerebro a la vez, tanto del hemisferio derecho como el izquierdo, por lo que la música opera o actúa como un activador de las conexiones neuronales”, concluye Ciraolo.

 

Más Música en la educación

Con todas estas cualidades, cabe preguntarse entonces ¿qué espacio le otorga la educación curricular a la Música? Según Ciraolo, “se están haciendo enormes esfuerzos para sostener la educación musical en los diferentes niveles”, pero es una tarea “compleja cuando hay tantas otras necesidades imperiosas que satisfacer en vastos sectores de nuestra sociedad.”

En ese sentido, las Orquestas Escuelas son actualmente una nueva implementación para desarrollar el arte musical, y además, “dan contención y sociabilizan a los niños”. No obstante, Ciraolo aclara que “este proyecto educativo, que en otros países ha dado excelentes resultados, en Argentina está en crisis, porque no se quiere o no se entiende que la creación y la sensibilidad a la belleza por medio de la música es un componente fisiológico del bienestar del hombre. (…) En Suiza, por ejemplo, la música tiene rango constitucional, por lo que se debe practicar en todos los niveles educativos, incluso en la universidad.”

 

Fernando Ciraolo

Nació en Agrigento (Italia) y cursó sus estudios en la Escuela de Música de la Universidad de Rosario. En 1980, fue becado por el Gobierno de Brasil para participar del Curso Internacional de Música de Brasilia, en Dirección Coral y Orquestal. Gana por concurso la Beca otorgada por el Gobierno Italiano a los Cursos de Post-graduados en Didáctica y Dirección Orquestal desarrollados en el Conservatorio “Santa Cecilia” de Roma. Durante 1985 a 1990, se desempeñó como Director Asistente de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario.

Ha dirigido como Maestro invitado la Orquesta de la Municipalidad de Buenos Aires, Orquesta Sinfónica “Juan de Dios Filiberto”, Orquesta Sinfónica de la Universidad de San Juan, Orquesta Sinfónica de Mar del Plata, Orquesta Sinfónica de Santa Fe, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Nueva Orquesta Clásica de El Salvador, la Orquesta del Centenario Teatro El Circulo y la Orquesta de la Universidad de Campobasso-Italia-.

Ha sido designado Jurado en Concursos Internacionales de Música, y ha dictado cursos y seminarios de Dirección Orquestal en la Escuela Nacional de Música y en la de la Universidad Nacional de Rosario, y MasterClass de Dirección en la Universidad de Campobasso, Italia.

En 1994, fue distinguido con la condecoración de Cavaliere nell’Ordine al Mérito Della Repúbblica Italiana.

En 2006 el Gobierno italiano le otorga la distinción de “Commendatore”. El mismo año el H. Concejo de deliberantes de Rosario lo designa Músico Ilustre de la Ciudad.

Actualmente, es Director del Ensamble de Vientos Municipal, del Coro del Jockey Club de Rosario, el Coro del Colegio de Escribanos de Rosario. También es fundador y actual Director musical de la Orquesta de Cámara Municipal de Rosario.