Una alternativa real para un mundo más justo
El presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR), Ariel Guarco, analiza la actualidad del sector cooperativo y mutual. Las entidades de la Economía Social y Solidaria hacia una sociedad más justa e inclusiva.
Oriundo de Coronel Pringles, una pequeña ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires, Ariel Guarco es un dirigente cooperativista que comenzó su carrera hace más de 20 años en la Cooperativa Eléctrica de su pueblo, hasta llegar en 2011 a la presidencia de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR), cargo que conserva hasta la actualidad.
Acompañó e impulsó el desarrollo del movimiento cooperativo nacional, que creció exponencialmente en la última década, y mantiene lazos con el resto del movimiento cooperativo regional, a partir de su inclusión en el Board de Cooperativas de las Américas, participando además de otros ámbitos de integración global.
Guarco también es miembro del directorio de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) y vicepresidente 2° de Cooperativas de las Américas. En octubre de 2013, concretó una audiencia con el Papa Francisco, junto a otros dirigentes de la ACI en el Vaticano. Actualmente piensa volver a presentarse como candidato a la presidencia de la Alianza Cooperativa Internacional.
¿Cómo entiende al cooperativismo y al mutualismo?
Como idea general los analizo desde una construcción colectiva que va más allá del objetivo personal de cada uno de los integrantes de ese colectivo, y que tiende a ser una herramienta de transformación social real. En este sentido, cualquier motivación personal queda subsumida en ese objetivo final que tenemos como conjunto para alcanzar una sociedad mejor, más justa, más equitativa y más inclusiva. Una sociedad que nos contenga a todos y que no deje a nadie afuera. Tanto el mutualismo como en el cooperativismo deben ser actores principales en la construcción de esa sociedad que queremos.
Actualmente, ¿cómo ve al sector y qué cambios se deberían hacer para seguir avanzando?
En estos últimos años el sector ha dado muestras más que visibles de entender de qué se trata la cosa. Creo que parte del gran avance que se ha dado es comprender que somos un colectivo que debe integrarse entre los propios actores del sector, con los sindicatos, los distintos cultos, las universidades y el actor fundamental que es el Estado. Debemos establecer alianzas estratégicas sin perder nuestra identidad y autonomía, pero entendiendo que solamente es posible explotar todo el potencial que tiene el sector si trabaja estratégicamente con el Estado.
¿Existen cifras oficiales que apoyen la magnitud e importancia que tienen estas organizaciones para nuestro país y el mundo?
Tenemos ideas macro de lo que somos. Estuve muy feliz de enterarme que desde la Federación Argentina de Mutuales de Salud (FAMSA) se está haciendo un análisis estadístico serio del sector de la salud, por medio de un Relevamiento Nacional de Mutuales y Cooperativas de salud, durante este 2017. Nosotros tenemos datos muy cercanos a la realidad de como es el cooperativismo de servicios públicos, porque estamos auditados por muchos medios que se cruzan y nos permiten tener información real. De otros tenemos estimaciones. A nivel macro estimamos que somos 10 millones de cooperativistas y 4 millones de mutualistas. Es decir que, en total, la Economía Social y Solidaria somos 14 millones de personas que producimos alrededor del 10 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), sobre la visión de un análisis empírico de la realidad.
Desde una mirada política global, ¿cómo ve al movimiento de la Economía Social?
En mi caso puedo hablar por el cooperativismo. A nivel global hay dos grandes visiones. La primera es el cooperativismo per se. El movimiento cooperativo comprende más de mil millones de personas, uno de cada siete en el planeta, cifra más que interesante. Es el segundo movimiento colectivo más grande del mundo, después de la Iglesia católica. Las 300 cooperativas más grandes forman juntas la novena economía global.
¿Qué lugar ocupa el cooperativismo nacional a nivel mundial?
En América somos líderes absolutos, comparándonos con lo que ha sido en algún momento Brasil, México y Colombia. Junto a Argentina, estos son los 4 grandes de la región. Hoy día diría que nuestro país está un escalón por encima de ellos, sobre la base de una construcción que se ha venido haciendo desde los últimos 15 años. A nivel mundial somos uno de los 15 integrantes del board de la ACI, que no se llega si no hay una construcción de base.
¿Por qué se candidateó para liderar la ACI?
No fue una decisión personal, sino de un colectivo, al igual que este año en donde nos presentaremos de nuevo. Queremos poner en la conducción de la Alianza una mirada diferente, que tenga que ver más con la realidad de las cooperativas que están representadas, que no se centre tanto en la parte financiera como lo es actualmente, una Alianza más descentralizada con los pies sobre el territorio, y que no se vea como un ente que está allá en Bruselas y que todos dicen que es bueno y que nadie sabe bien para qué sirve.
En un pasaje de su plataforma de campaña 2016-2017 afirmó que hay que “ser protagonistas, a escala mundial, en la construcción democrática y pacífica de un modelo de desarrollo sostenible y con equidad”, ¿a qué se refiere?
Entendemos que esta forma de consumo irresponsable que se impone y se muestra todo el tiempo, tensiona tanto al planeta que lo lleva a un punto de no retorno. Por otro lado, una democracia en la cual no hay democracia económica termina siendo una no democracia. Nuestra visión de un mundo sostenible, en paz y democrático, tiene que ver con poner la economía en manos de la gente. Colocar al hombre y a la mujer en el centro de todos nuestros objetivos de desarrollo. Todo eso sobre la base de entender que tenemos un único planeta que debe ser cuidado y preservado, que deben buscarse formas de producir, distribuir y consumir, que vayan de la mano de un planeta sostenible, formas de economía que tiendan a poner como actor principal al ser humano y a su desarrollo, y que todo eso no se puede dar si no se piensa en colectivo. Que más allá de los intereses personales hay un interés común, que debe ser puesto por encima de todos.
¿Cuáles son los grandes problemas a resolver en el mundo, cree que otra economía es posible?
Absolutamente, otra economía es posible. Esta economía genera distancias, primero muros ideológicos y después muros reales. Además, genera excluidos y refugiados. En pleno siglo XXI esto es producto de una economía en la cual se ha corrido del eje al ser humano, y se ha puesto al capital en el centro.
El segundo gran problema es el de la seguridad alimentaria. Producimos alimentos para 13 mil millones de personas, y si embargo en un mundo de 7 mil millones hay 3.500 millones que sufren hambruna. Eso se debe, a que hay una mala distribución. El 30 por ciento de la comida se tira antes de producir, y el 40 por ciento luego de producida, es decir, el 70 por ciento de los alimentos se tira.
En tercer lugar, hay que democratizar la palabra. Si sólo nos dejamos influenciar por los medios que hoy a nivel global manejan toda la información, no tenemos ninguna posibilidad de conocer la verdad de lo que está sucediendo en el mundo.
¿Cuál sería su anhelo a futuro para el movimiento de la Economía Social y qué rol cree que estas entidades deben ocupar?
Encontrar personas que no se sientan sufridores, que se sientan felices de ser agentes de transformación social y haber logrado esa transformación. Conseguir una sociedad más justa, más equitativa e inclusiva, habiendo recorrido un camino y pasar de ese 10 por ciento que decimos que somos, al menos a ser un tercio de la economía, no sólo a nivel local sino a nivel mundial. Ir por este camino teniendo un tercio en manos de la economía social y solidaria, un tercio en manos de las empresas privadas y un tercio manejado por el Estado. Creo que eso sería un buen equilibrio para hacer un mundo más justo.