“ENTENDER LA ECONOMÍA SOCIAL ES ENTENDER LA NATURALEZA HUMANA”
Una charla sobre el amor, la sociedad y el capitalismo junto a Carlos Vitta, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario.
La creencia popular dice que las olas del mar viajan siempre en grupos de siete y que la séptima es la más fuerte, la que barre y transforma todo aquello que hay a su paso. Daniel Glattauer la describió muy acertadamente en su libro “Cada Siete Olas” (Every Seven Waves), publicado en 2007: “(…) Durante mucho tiempo pasa inadvertida, participa en el monótono proceso, se adapta a sus predecesoras. Pero a veces estalla. Siempre ella, siempre la séptima. Porque es despreocupada, inocente, rebelde, barre con todo, lo cambia todo. Para ella no existe el antes, sólo el ahora. Y después todo es distinto”.
Hace ya más de 20 años, el músico británico Sting tituló una de sus canciones más populares con este concepto: Love is the seventh wave (El amor es la séptima ola). Parafraseando al ex bajista de The Police, comienza esta conversación con el profesor de la Universidad Nacional de Rosario, Carlos Vitta, quien forma parte de la cátedra “Práctica Profesional de Aplicación en Entidades de la Economía Solidaria” en la Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas. “La solidaridad es el amor, tan simple como eso”, asegura Vitta.
¿Cómo definiría usted a la economía solidaria?
Solidaridad es amor. El amor es el justo término medio, la atracción justa. El universo funciona en base a la solidaridad, con la atracción justa si la Tierra estuviera más cerca del sol sería absorbida y si estuviera más lejos, se iría buscando otra estrella. Desde la física se puede explicar el amor, pensando en eso. Creo que recién ahora la economía empieza a entender lo que es el amor. Antes hablábamos siempre de estructuras. Las estructuras no aman, las paredes no aman, lo que ama es la persona.
¿Cuando habla de amor, se refiere sólo al amor hacia nuestros semejantes?
Significa también amar a la Tierra y cuidarla. El discurso y la realidad son cosas distintas. Pero la etapa del discurso vacío ya se está terminando y surge gente que comienza a cambiar. Yo seguí siempre a Muñoz Soler. Él habla de que todo se da por resonancia de corazones. Cuando yo hago algún cambio, yo estoy influenciando en millones de cambios. Es como la primavera, cuando uno ve una flor, después otra y finalmente miles de flores.
¿Cree que ese modelo se está manifestando en la actualidad?
Yo soy un gran admirador de este tiempo, aunque muchos creen que es un desastre. Están surgiendo las formas de amor que tienen que surgir. Después de un proceso muy duro, que en este país tuvimos en 1976, lo que está surgiendo ahora es gente que se anima a más. Los chicos son totalmente distintos a lo que era mi generación. Son genéticamente democráticos.
Entonces estamos ante una transformación. ¿Es una especie de despertar?
En la sociedad, si uno analiza bien, está ocurriendo una transformación de la esencia humana. Yo creo en el alma. Nuestra alma está gestando un cambio, se está adaptando. Es gente que empieza a hablar de temas que van más al espíritu, a la esencia. Luego, eso actúa por resonancia, y otras personas empiezan a cambiar también. Yo creo que el ser humano tiende por naturaleza a ser solidario.
¿Qué lugar tiene la Economía Social dentro de este cambio?
La Economía Social toma relevancia cuando uno empieza a ver que juntándose con el otro puede hacer un cambio. Cuando nos juntamos, encontramos que seis pueden más que uno; ése es el gran cambio mental que tenemos que hacer. Nos enseñaron en la vida que hay que ser exitosos, que hay que pisarle la cabeza al otro, que hay que llegar. Cuando uno rompe ese esquema mental, se potencia y hace una gran transformación en su vida. El otro deja de ser un enemigo y dejamos de competir y rivalizar.
Si tendemos a ser naturalmente solidarios, ¿por qué la economía solidaria no se ha establecido como el sistema hegemónico?
El sistema es más perverso de lo que uno piensa. Cuando el sistema empieza a percibir que hay un cambio en la relación con el planeta, empieza a producir mecanismos en contra de ese cambio. Hay un poder económico que piensa más que nosotros. Hay una naturaleza humana caída, la cual se sintió poderosa con la concentración de la riqueza y del poder. Ellos se apoderaron del sistema pero no saben cómo parar estos cambios. En algún momento llegarán al sistema o éste se revalorizará. El sistema capta que viene un gran cambio humano y lo quiere absorber; creo que depende de nosotros ver que no sea así. Personalmente me parece imparable, a menos que sea con una gran guerra, una gran destrucción. La naturaleza humana, una vez despierta, es imparable.
En algún momento la transformación va a llegar al sistema o se van a revalorizar los sistemas. Recuerdo cuando en 1976 se nos vendió que había que concentrar y esa fue la gran mentira de la economía. Antes existían cientos de cajas de crédito. Nos dijeron que las cajas de crédito eran muy caras y que había que hacer grandes bancos, que al tener más capital, venderían más barato. Se hicieron los bancos, los intereses siguieron siendo altos y el poder se concentró. Debemos tener presente que la concentración anula nuestra naturaleza humana. Hay que descentralizar las organizaciones, que cada gerente tome sus propias decisiones, que opten por lo mejor para la institución con algún control. Necesitamos esos cambios para que empiece a surgir lo nuevo.