Communitas: el cooperativismo como espacio de transformación e inserción social
En la ciudad de Rosario se puso en marcha un modelo de inclusión inédito en nuestro país, que consiste en un Centro de Día destinado a personas que atraviesan problemáticas de adicciones, discapacidad mental y otras situaciones de vulnerabilidad social. Desde la figura de una cooperativa de trabajo, integrada por trabajadores de diferentes disciplinas como la salud, la educación y la cultura, idearon un dispositivo de intervención terapéutica, para la generación de proyectos formativos y ocupacionales que promuevan la inclusión laboral de los pacientes: “nos planteamos la búsqueda de qué se podía hacer y decidimos, entre distintas personas que veníamos de diferentes campos, pensar cómo conjugar todo eso. Allí es donde nace el modelo que inventamos, que es el modelo de Casa Terapéutica Productiva (CTP), que actualmente tiene dos sedes en Rosario”, agrega la presidenta de Communitas, Camila Bettanin, en diálogo con B&S junto al secretario de la cooperativa, Matías Senderey.
¿Por qué buscaron la figura de cooperativa para llevar a cabo su labor?
Nos parecía importante que se pueda arrancar de una forma cooperativa, porque en nuestro caso veíamos que las opciones eran muy disímiles en cuanto a ser una asociación civil o una sociedad anónima. Como no éramos ni somos parte del Estado, había que buscar un marco legal. Uno considera que debe vivir de su trabajo y que la única figura que realmente contempla eso de una forma correcta es una cooperativa o una mutual. Por eso decidimos hacer una cooperativa de trabajo por opción, a diferencia de muchas cooperativas que no les queda otra, y que lo hacen porque tienen que recuperar una empresa. Estamos muy conformes y creemos que el movimiento cooperativo es un muy buen espacio para poder transformar la sociedad, que tiene muchas potencialidades y que realmente tiene un gran desafío para este tiempo. Ya sea tanto en la vinculación con el Estado, como así también, en poder ser una empresa eficiente, con autonomía, ajustada a derechos laborales e impositivos.
¿Cuál es su vinculación con el Estado?
El Estado necesita dar respuesta a estas problemáticas, y como todo el campo de la salud para aquellas personas que no tiene cobertura se deben hacer alianzas. En ese punto entendemos que somos un prestador de servicios para el Estado, para poder hacerle frente a esta problemática, pero no es una ayuda. Consideramos que, tengan o no cobertura, las personas deben tener un acceso garantizado a un tratamiento de calidad, y para eso hace falta un cierto compromiso en poder sentarse con el Estado para encontrar soluciones comunes. Es ahí donde uno sí considera que tiene -como empresa de la Economía Social- que apostar a ser un actor que sirva para el Sistema Público de Salud, y a su vez, para el Sistema Privado. Todos los prestadores de salud están en la misma situación, y uno no se considera ajeno a eso.
Acá no se trata de una subvención o un apoyo, se trata realmente de hacer una alianza para afrontar un problema que está en crecimiento y que realmente es una problemática de esta época.
¿Cómo abordan estas problemáticas?
Consideramos que las adicciones tienen que tratarse desde un punto de vista no abstencionista, es decir, que si bien en muchas personas el objetivo es dejar de consumir por completo, en algunos casos eso es muy difícil por diferentes cuestiones. Esto hace que haya que buscar soluciones donde la persona pueda regular su problemática. Bajo ningún punto de vista quiere decir que hagamos reducción de daños. Sabemos que la función del tóxico o del consumo se inscribe en una cierta lógica singular, que no necesariamente va a servir para tratar a otra persona, entonces lo que se trata de hacer es poder diagramar una estrategia de tratamiento totalmente singular, y para cada persona en particular.
Hay que estar predispuestos a entender la lógica de cada uno, qué es lo que lo hace consumir y para qué lo necesita. Lo que nosotros sabemos es que, para el sujeto, el consumo es una solución de muchos problemas, pero esa es una solución totalmente mortífera. Entonces hay que proponer y buscar otras alternativas. Ahí es donde nosotros pensamos, por un lado, la cuestión clínica donde emerge la subjetividad más íntima de la persona y en donde hay que acceder a eso, con diferentes profesionales donde la persona elija en qué lugar va a depositar su confianza para poder contar eso más íntimo que tanto le preocupa.
Por otra parte, también debemos poder generar un armazón donde poder pensar en otro tipo de proyecto de vida u otra vida posible vinculada al trabajo. Muchas personas que nos consultan nunca trabajaron, nos transmiten una gran apatía por la vida o sienten muy poco deseo de encontrar cosas que les gusten. Esto sucede tanto con los que tienen recursos económicos, como con los que no los tienen. Desde nuestro abordaje proponemos pensar algunas posibilidades de forma colectiva, porque hoy en día es muy difícil armar un emprendimiento solo. Nosotros creemos que en conjunto es mucho más sencillo poder lograrlo, y aunque siga siendo dificultoso, eso hace que las personas se puedan vincular a partir de ese lugar.
Muchas veces las personas que consumen tienen una característica que es presentarse diciendo ‘soy X y soy un adicto enfermo en recuperación’. Esa identificación, esa forma de presentarse en sociedad, es muy negativa y es estigmatizante para vincularse bajo ese pretexto. Nosotros tratamos de generar otra identificación, que pueda identificarse con un oficio o profesión, que pueda hacer lo que cualquier persona diría para presentarse en sociedad, hacer lo que les gusta y saber que los otros también los necesitan.
¿Cómo llegaron a entender que debían crear este modelo de tratamiento de la CTP?
Nosotros lo que intentamos fue invertir prestaciones vigentes. Había una prestación, que es la reinserción laboral, no muy utilizada, y que por lo general cuando una persona terminaba con una prestación de centro de día y lograba una cierta desintoxicación o abstinencia, recién ahí accedía a una reinserción laboral. Nosotros lo que hicimos fue decir que esta prestación había que pensarla desde el inicio del tratamiento, porque la persona tiene que poder trabajar para insertarse o reinsertarse socialmente desde el inicio. No hay un estado previo a vivir en sociedad o a vivir en su entorno. Vale decir, una persona tiene el problema porque tiene el consumo a la mano. Entonces hay que pensar una solución para eso. No debemos sacar a la persona tres años para que vuelva fuerte y que pueda tolerarlo, porque sabemos que ese cambio de hábitat termina siendo irreal y deben volver a eso también.
Nos propusimos trabajar con esa realidad constantemente. Sabemos que es difícil, pero en estos cinco años hemos podido comprobar que tiene muy buenos efectos, porque uno desde el inicio trabaja estas tres inclusiones: una inclusión subjetiva, una inclusión social y una inclusión laboral.
Actualmente, ¿cuántas personas se atienden o pertenecen al Grupo?
Los socios de Communitas somos todos trabajadores y profesionales de la salud que brindamos este servicio, y formamos parte de un equipo interdisciplinario. Actualmente pertenecemos a un grupo cooperativo con distintas unidades productivas que a lo largo del desarrollo del modelo de CTP se fueron constituyendo autónomamente en otras cooperativas específicas de diferentes rubros.
Esas otras cooperativas se componen de personas idóneas en la materia, ya sea de la gastronomía, la cultura o del rubro textil. También se componen de usuarios o pacientes que en un primer momento se habían acercado con estas inquietudes. Hoy en el grupo cooperativo Communitas estamos vinculadas unas 120 personas, aproximadamente. Además, nosotros estamos trabajando en dos centros de día, y en cada uno de ellos, atendemos a una población de alrededor de 90 usuarios.
Dentro de este rol formativo, ¿qué oficios se aprenden?
Se han desarrollado diferentes oficios. Tenemos una unidad que tiene que ver con gastronomía, que además es una cooperativa, la Cooperativa El Mejunje. Hace caterings, viandas, tiene un food truck y fabrican pizzas con diferentes harinas. También, nos desenvolvemos en el rubro de la cultura a través de la impresión y producción de dos revistas, con las que se trabaja el dibujo, la fotografía, la escritura y el diseño. Lo nuevo que desarrollamos, hace casi un año, es la parte de impresión. Por otro lado, también dentro de la cultura, tenemos otra sección que tiene que ver con el sonido, video e iluminación para eventos. Además, elaboramos un espacio textil, que en general trabaja con material reciclado, y tenemos otros oficios, como la costura y el diseño de los moldes. A su vez, hay carpintería en donde se fabrican muebles y juegos para chicos. También sumamos servicio de fletes, y lo que se viene es lanzar el transporte de personas.
Cada persona se encuentra en diferentes procesos. Lo que se hace es que aquellas que pasaron por el proceso formativo donde inculcaron el saber hacer para empezar a producir, y deciden ser socios de la cooperativa, empiecen a tener un ingreso en función del armado de esa cooperativa específica. Comienzan a pertenecer a un colectivo y ser parte de una empresa, con una remuneración para vivir de su trabajo.
¿Cuáles son sus expectativas para el futuro?
Queremos ser cautelosos con nuestros proyectos, y ojalá que otras personas en más lugares se animen a abordar esta problemática, teniendo como eje la Economía Social. Estamos convencidos que este es el camino, y lo que uno se propone como movimiento solidario, depende del compromiso de la gente que forma parte de eso. Creemos que tenemos mucho más que aportar y seguir sumando a la experiencia de la intercooperación.