COOPERATIVAS DE CUIDADOS: UN MODELO QUE SE CONSOLIDA

Profesionalización, servicios de excelencia, contención grupal y perspectivas de crecimiento personal y colectivo son algunas de las principales virtudes del modelo asociativo que impulsan estas organizaciones.

Las cooperativas de cuidados domiciliaros se consolidan en Argentina como vía para la generación de trabajo y también como un abordaje de la problemática de los cuidados centrado en las personas que permite mejorar la calidad de vida tanto de quienes realizan las tareas de cuidados como de quienes las requieren.
Dialogamos con Josefina Sánchez, integrante de Soltrecha (Resistencia), la primera cooperativa de cuidados del país; y con Elsa Miori, de la Cooperativa de Cuidados Domiciliarios de Mar del Plata, actualmente la entidad con mayor cantidad de personas asociadas en este rubro. La trayectoria de sus organizaciones, las vicisitudes que atraviesan a diario, la salida asociativa a la crisis que provocó la pandemia y los desafíos que tienen a futuro para seguir creciendo, la hoja de ruta de esta entrevista.

¿Cómo nacieron sus organizaciones? ¿Cuántas empezaron y cuántas son hoy?
J.S.: Nosotros comenzamos en el 2001 con Soltrecha. El pasado 28 de septiembre cumplimos 20 años de trabajo ininterrumpido. Una ONG nos financió el proyecto en un principio, después se incorporaron nuevas socias y empezamos a ver que teníamos una necesidad que era dirigirnos hacia la autogestión. Fue como un volver a empezar: tuvimos que aprender lo que era el cooperativismo, cómo organizar el servicio, cómo venderlo, la organización interna, aprender a hacer las asambleas. Todo lo que significa empoderarse en una organización y manejarla las mismas socias.
Inicialmente, la cooperativa estaba conformada por 16 integrantes, aunque después del quiebre muchas se desanimaron y se fueron, quedando sólo 6. De ahí fuimos arrancando y ahora somos 67 asociadas y varias más que están haciendo los trámites para asociarse. Al principio nos costó mucho que la gente quisiera asociarse en la cooperativa, porque las cooperativas estaban muy mal vistas en Chaco, parecía una mala palabra. Después lo fuimos revirtiendo y hoy todos los días hay gente que quiere sumarse a la cooperativa, lo cual nos marca que se hizo un buen trabajo con los cuidadores y cuidadoras que trabajan en la organización.
E.M.: Nosotras tenemos 9 años. Comenzamos 10, 8 cuidadoras y 2 profesionales que eran las coordinadoras del curso de perfeccionamiento de cuidador domiciliario que bajaba el Ministerio de Desarrollo Social. La historia nuestra fue un poco distinta. Como la única de todo el grupo que conocía sobre cooperativismo era yo, me pidieron que me animara a guiar. Vengo del año 71 con el movimiento cooperativo de crédito y sabía las problemáticas de las cooperativas de trabajo. Entonces les dije: “Yo sé lo que no se debe hacer. Cómo se hace una cooperativa de cuidados no lo sé, porque no he visto nunca una. Ustedes saben mucho más que yo del trabajo de cuidador, si sumamos mi experiencia de cooperativismo y se animan, vamos”. Así surgimos en 2012.
Rápidamente nos conectamos con el cooperativismo de Mar del Plata, dimos con el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y nos adherimos de forma inmediata. A través de las dos profesionales que integraban el PAMI y la Universidad, nos acercamos por otra parte a toda la gente que tenía que ver con gerontología. Nos ayudó el haber estado vinculadas con muchas organizaciones desde el comienzo, el boca en boca y los médicos gerontólogos que nos derivaron muchos servicios.
Esa es nuestra pequeña historia. Como Mar del Plata es un polo gerontológico, tuvimos un crecimiento muy rápido. Cuando obtuvimos la matrícula -luego de 1 año y 8 meses- ya éramos 60. Y si bien tuvimos una pequeña baja en la pandemia por la disminución de los servicios, lógico, y porque algunas compañeras que son abuelas tenían miedo con los chicos por el COVID, hoy somos 150 cooperativistas.

¿Por qué eligieron la cooperativa como organización del trabajo?
J.S.: Yo entré por necesidad. Cuando entré a la cooperativa no tenía idea de qué era una cooperativa ni dónde me estaba metiendo. Necesitaba trabajar, me ofrecieron un trabajo y empecé a trabajar. Después, en una vereda, alguien tuvo la amabilidad de explicarme un poquito lo que era esto, hacia dónde era la intención de continuar con la cooperativa, lo que se estaba haciendo. Esa fue como la primera chispa. Entendí una pequeña parte de eso y fui aprendiendo. Empecé a traer a mis amigas, a mis compañeras, a mis vecinas, a las que necesitaban trabajo que yo conocía. Pero al principio fue por necesidad.
Nos sentimos resguardadas. Empezamos a encontrar primero contención laboral en la cooperativa, y después, contención del grupo desde lo humano, que entiende lo que a vos te pasa. Todos entienden lo que te pasa porque es gente que está haciendo lo mismo que vos. Esas fueron las razones básicas por las que entré y me quedé: contención de grupo y respaldo laboral.
E.M.: Yo sabía que la cooperativa de trabajo era lo más complejo dentro de las organizaciones de trabajo que podíamos formar. Hicimos reuniones con distintas organizaciones: ONGs, asociaciones civiles, fundaciones, mutuales. Yo conocía de cooperativismo pero no sabía si era lo mejor para esta tarea y este grupo. Finalmente invitamos al presidente, secretario y tesorero de una cooperativa de trabajo de taxis, la Islas Malvinas, de la ciudad de Mar del Plata, que eran ex combatientes. Nos contaron su historia y ahí supimos que, dentro de los grupos de ex combatientes, quienes se encontraban en mejores condiciones eran ellos, ya que la cooperativa de trabajo les requería tanta atención y tanto tiempo que les permitió disminuir la presión de lo que habían vivido en Malvinas. Esto pegó muy hondo en nosotras, porque cada uno tenía una historia muy fuerte. Así nos dimos cuenta de que la figura jurídica que necesitábamos era una cooperativa. Después de 9 meses, lo decidimos.

¿Cuáles son las dificultades que atraviesan en el día a día las cooperativas?
J.S.: A veces se romantiza la cooperativa, como que es todo color de rosas, no hay peleas, nos juntamos a cantar canciones. Pero no, tiene sus problemas como cualquier organización de trabajo y como cualquier grupo humano. Pero esa contención y ese progreso que te ofrece hacen que siempre la sigamos eligiendo. Todas estamos mejor que antes de entrar a la cooperativa. Todas mejoramos nuestra vida personal y laboral. Tenemos compañeras que terminaron el primario, otras el secundarios, otras que se animaron a arrancar la universidad. Lo que quiero decir es que va más allá de lo económico lo que te ofrece la cooperativa, más allá de que el motor es el trabajo en blanco y la continuidad laboral, tiene estas otras cosas. Muchas salieron de violencia laboral y personal, otras terminaron sus casas, otras se compraron una bici… cada paso es un logro de cada integrante. Es un plus por el que elegimos quedarnos, más allá de los problemas que pueden aparecer en la cooperativa, que también suceden en la empresa privada. Hay gente que ha elegido irse, esto no es para todo el mundo. Tomar las riendas y decidir sobre el negocio donde vos estás no es para todo el mundo.
E.M.: Adhiero a cada palabra que dijo Josefina. Diría que ser cooperativista no es color de rosa, diría que es rojo pasión. Con todo lo que conlleva, con todas las dificultades, con todos los problemas. El mundo en que vivimos es un mundo individualista. Descubrir en cada cuidador su costado solidario, su costado comunitario, su trabajo en equipo, es una labor permanente. Porque además al grupo se incorpora gente nueva, y cada persona hoy tiene su celular, su propio televisor, elige sola todo el tiempo. Ante eso, el trabajo compartido y presencial es un esfuerzo enorme. Hay que estar absolutamente convencido de que 100 personas, 50, 40 ó 10, todas juntas, elaboran un producto mucho mejor y superador de la idea genial de 1. Si uno está convencido de eso, no te apartás de la cooperativa. Pero tenés que estar convencido de esto, porque los tiempos institucionales son tiempo mucho mas lentos que los personales.

¿Cuáles son los desafíos a futuro de las cooperativas de cuidado?
J.S.: Esto que se viene dando hace unos años, de empezar a juntarnos. Cuando empezamos nos pasó distinto a Mar del Plata, porque empezamos solas. Sí teníamos diálogo con la gestión de cooperativas de la provincia, pero no teníamos contacto con otras cooperativas. Entonces fue difícil. Recién en el 2016, a través de una capacitación de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), nos empezamos a vincular con otras organizaciones del mundo de los adultos mayores, pero no aún con cooperativas.
De hecho, hasta ese momento estábamos empantanadas, estancadas y necesitábamos algo para seguir potenciando nuestro trabajo. Cuando nos conectamos con los otros grupos cooperativos vino un crecimiento de Soltrecha a otro nivel. Pudimos empezar a plantear los desafíos que teníamos como organización, pero a raíz de conectarnos con los demás. Creo que esta conexión que existe ahora con otras cooperativas de cuidados del país es súper positiva, porque podemos conseguir que este sector en formación –hoy somos 30, pero vamos a ser muchas más-, se puede potenciar desde el buen trabajo y el buen hacer, y marcar el paso de todas las demás.
Por ejemplo, ahora se están desarrollando muchas cooperativas de cuidados en Chaco, y eso no es tan beneficioso porque los grupos no tienen información de lo que es una cooperativa y puede poner en peligro el mercado y la construcción que estamos haciendo. Hablo con ellos y les explico que no hay que quemar el mercado, que la construcción debe ser colectiva para que todos podamos trabajar y para que este sector tenga crecimiento pero con bases claras de cómo se hacen las cosas, cuidando a los compañeros y a las personas que estamos atendiendo.
E.M.: Para mí el futuro es participación, articulación y proyectos. Tenemos que participar intensamente, no sólo en nuestra cooperativa sino también en toda la red que tiene que ver con nuestra problemática. No solamente están las cooperativas de cuidado, tenemos que vincular a las universidades, federaciones, confederaciones y al Estado. Hay que articular entre todos. El INAES, las universidades y el Estado pueden fomentar e impulsar, por ejemplo, acuerdos con obras sociales y mutuales de salud, ya que tenemos muchos problemas con las coberturas. Lo único que sé es que el esquema que trabajamos dentro de la cooperativa (participación, articulación y proyecto) hay que aplicarlo en todos los ámbitos. Y lo estamos haciendo. Con 70 años cumplidos y en el movimiento desde los 18, al proyecto estratégico del INAES no lo vi jamás ni por asomo. Creo mucho en el trabajo, en sumar y en articular. Es la única manera.