Mujeres saludables
Mujeres y hombres afrontan muchos problemas de salud semejantes, pero también existen importantes diferencias biológicas, sociales y culturales que requieren de una especial atención.
Dado que cuentan con ciertas ventajas biológicas y diferencias de comportamiento, se reconoce generalmente que las mujeres suelen gozar de una mayor expectativa de vida con respecto a los hombres. Sin embargo, en diversas circunstancias, dichas ventajas son anuladas por la discriminación hacia las mujeres y, como consecuencia, su esperanza de vida al nacer es igual o inferior a la de los hombres.
En efecto, las mujeres se ven afectadas por muchas de las mismas condiciones de salud que los hombres, pero ellas las sufren de manera distinta. La frecuencia de la pobreza y la dependencia económica, la violencia de género, las actitudes negativas hacia mujeres y niñas, las diferentes formas de discriminación, el poder limitado que tienen muchas mujeres sobre su vida sexual y reproductiva y la falta de influencia en la toma de decisiones, son realidades sociales que tienen un impacto adverso en la salud de muchas mujeres.
Hija, hermana, amiga, madre, sostén del hogar, esposa, compañera, ama de casa, “médica” de la familia. Sobre la espalda de la mujer suele recaer mucho más que el cuidado de su propia salud. Además, es necesario entender que gozar de buena salud no sólo implica evitar la enfermedad. Cuidarse a sí misma significa lograr una mejor calidad de vida a cualquier edad.
Vivir mejor y más tiempo no se logra de un día para el otro ni depende de un solo factor. Uno de ellos es la nutrición. Es importante tomar decisiones inteligentes para seleccionar alimentos deliciosos que aumenten la energía y ayuden a controlar el peso corporal. El calcio, por ejemplo, es fundamental para las mujeres. Junto con la vitamina D, el calcio permite mantener los huesos fuertes. Los productos lácteos como la leche, el queso y el yogurt son buenas fuentes de calcio. Si es necesario limitar las calorías, es posible optar por productos lácteos bajos en grasa, como la leche descremada. Las espinacas y el brócoli también son buenas fuentes del calcio.
En complemento, otro aspecto a destacar es el ejercicio. Mantenerse en movimiento es beneficioso en todo sentido. Realizar actividad física durante 30 minutos o más, todos los días, contribuye mucho a mejorar la salud.
La prevención es asimismo una cuestión a ser tomada con mucha seriedad. Como es sabido, las pruebas de detección son aquellas que buscan enfermedades antes de que haya síntomas. Las mediciones de la presión arterial y las mamografías son ejemplos de pruebas de detección que no puede pasar por alto una mujer saludable. Con respecto a las vacunas, no son solo para niños. Es conveniente estar al día.
Toda mujer (y su entorno) debe aceptar sus emociones. Con los ritmos de vida actual, ya no sorprende que el estrés y el “tener más tiempo para mí” estén entre las preocupaciones principales para la salud. Es tiempo de aceptar que no podemos hacerlo todo. Los descansos son tan necesarios como el trabajo.
Si bien muchos puntos de este artículo pueden aplicarse tanto a hombres como a mujeres, existen otros aspectos de carácter único, como lo son el embarazo, la menopausia y las condiciones de los órganos femeninos. Seguramente la diferencia más radical e inigualable entre hombres y mujeres está dada por la maternidad. Por ello, cuando la mujer se encuentra en edad reproductiva y ha tomado la decisión de tener hijos (o no utiliza un método de control de la natalidad), es de vital importancia que mantenga su cuerpo sano.
El Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de los Estados Unidos (USPSTF por sus siglas en inglés) identificó evaluaciones de salud importantes para los adultos en todas las etapas. Las evaluaciones recomendadas específicamente para la mujer incluyen:
– Prueba de detección del cáncer de mama. Se recomienda a todas las mujeres realizarse una mamografía (radiografía de las mamas) a partir de los 50 años, o antes si la mujer tiene antecedentes familiares de cáncer de mama. Se recomienda que la evaluación se realice cada 2 años.
– Prueba de detección del cáncer de cuello uterino. La detección del cáncer de cuello uterino debe incluir una prueba de Papanicolaou, una prueba realizada durante un examen pélvico que busca detectar cambios en las células del cuello del útero, y la prueba de detección del virus del papiloma humano (HPV por sus siglas en inglés), que detecta determinadas infecciones que pueden provocar cambios en las células y cáncer. Las pruebas de detección recomendadas no se aplican a mujeres sometidas a una histerectomía (procedimiento quirúrgico para extirpar el útero y el cuello uterino). Sin embargo, sí son aplicables a las mujeres que recibieron la vacuna contra el HPV.
– Prueba de detección de la osteoporosis. Debería comenzar a realizarse una prueba de densidad mineral ósea a partir de los 65 años, o antes si la mujer corre riesgo de tener osteoporosis. Los factores de riesgo incluyen edad más avanzada (post menopausia), antecedentes familiares, peso corporal bajo o una estructura delgada y pequeña, antecedentes de rotura de huesos, falta de calcio y vitamina D, consumo de cigarrillos, estilo de vida inactivo, dieta poco saludable y consumo excesivo de alcohol.
Es necesario mencionar que algunas evaluaciones, como los controles de la presión arterial o el colesterol y las colonoscopías (para detectar el cáncer de colon), son importantes tanto para hombres como para mujeres. Por su parte, estudios como los realizados durante el embarazo en las visitas prenatales regulares, ayudan a proteger la salud y pueden incluso salvar las vidas de la madre y del bebé, así como prevenir complicaciones durante el embarazo y etapas posteriores.