CAPITALES DEL FUTURO
En medio de una crisis internacional definida por la escasez de recursos, el deterioro del medio ambiente y el aumento de la desigualdad social, las ciudades sostenibles son una esperanza para generar conciencia y una mejor calidad de vida.
Como una primera aproximación, algo simplista, podemos definir a una ciudad sostenible como aquel centro urbano que potencia su vida propia para poder sostenerse en el tiempo y el espacio, garantizándole a las generaciones presentes y futuras la plena capacidad para satisfacer sus necesidades. Debemos agregar que esa manera de perdurar implica, fundamentalmente, el respeto y preservación de los ciclos naturales de su entorno, lo que la convierte en un espacio con una fuerte conciencia ambiental. Asimismo, es necesario añadir a esta descripción un marcado énfasis en el desarrollo económico local, el suministro de servicios sociales de calidad y la reducción de la marginalidad.
La construcción de estos espacios se sustenta en la búsqueda de la solución a los problemas que trae aparejados la desaparición o la escasez de recursos: la pérdida de bienestar de la población, la proliferación de conflictos sociales y marginación, la falta de respuesta y de preparación a la hora de afrontar desastres y, sobre todo, la puesta en riesgo del futuro.
Entre los elementos que distinguen a estas aglomeraciones pueden destacarse la presencia de vegetación nativa en buena proporción dentro del tejido urbano y de espacios públicos verdes. Por otro lado, pueden sumarse otras variables que también aplican a la infraestructura y a la coyuntura económica del lugar, como el uso de energía renovable, el agua proveniente de fuentes no tradicionales, la proporción de científicos e ingenieros en la población, y un índice trabajo/vivienda auspicioso.
La cantidad de edificios verdes también es un componente clave. Se trata de construcciones cuyo diseño está basado en un mejor aprovechamiento de los materiales, incluyendo la reutilización de los mismos, y un aprovechamiento óptimo de la energía. Algunos ejemplos que pueden citarse a nivel mundial son el Ayuntamiento de Chicago, el cual cuenta con un jardín en el techo que impermeabiliza la construcción y permite un control de la temperatura más eficiente, y el Edificio Cero Emisiones de Bayer, India, que cuenta con un sistema energético solar que abastece la construcción y genera excedentes junto a su sistema aislante que evita el recalentamiento. En Argentina pueden citarse el edificio Madero Office y Barrancas de Lezama, ambos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires.
Según los 17 objetivos marcados por las Naciones Unidas, la sostenibilidad no debe quedar reducida únicamente a la preservación del medio ambiente, sino que en ella entran también una serie de metas de tinte social. Entre éstas se incluyen el fin de la pobreza y del hambre, buenos niveles de salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades, paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr objetivos.
La sostenibilidad ocupa un lugar de privilegio en la agenda de la ONU y el planeamiento urbano es uno de sus principales puntos a mejorar. De acuerdo al Informe mundial del Estado de las Ciudades 2016, se advierte que el crecimiento de las ciudades sin el planeamiento correspondiente pone en peligro el desarrollo a futuro. La falta de planificación fomenta la formación de villas miseria, la desigualdad y tiene “impactos desastrosos” en el clima. Además se muestran estadísticas que reafirman algunos conocimientos de los que ya flotan en el inconsciente colectivo, como el hecho de que la quinta parte de la población mundial vive en apenas 600 ciudades que generan un 60% del PBI mundial.
Como explicó el director ejecutivo de ONU Hábitat, Joan Closs, “lo que está sucediendo es una aceleración de la urbanización. No es una velocidad constante, sino una que se incrementa a cada paso y esto genera retos importantísimos a los países y a las administraciones locales en la gestión de este fenómeno”. Además, basándose en un estudio sobre imágenes satelitales, señaló que apenas un 20 o un 25% de las ciudades a nivel mundial están correctamente planificadas y que el resto son muy precarias o espontáneas. Closs afirmó desde los medios de comunicación pública de Naciones Unidas que es mucho más difícil corregir la mala planificación una vez que la población ya se asentó; aunque también apuntó que el crecimiento de estos centros urbanos es una buena oportunidad para guiarlos hacia el cumplimento de los objetivos planteados por el organismo mundial.
En resumen, es posible definir a la ciudad sostenible como una unidad poblacional caracterizada por una fuerte conciencia social y ecológica, cuyas metas son la conservación del ambiente, sostenerse en el tiempo y desarrollarse en todos sus niveles. Su camino para alcanzar esos objetivos está signado por un abordaje integral, es decir proveniente desde todos sus sectores, lo cual las caracteriza como espacios de formación de conductas responsables. Según la ONU, son una base fundamental para perpetuar la ruta de desarrollo constante de la raza humana.
La sostenibilidad urbana en Latinoamérica
Algunas de las ciudades referentes a nivel mundial en términos de sostenibilidad son Copenhage (Dinamarca), San Francisco (Estados Unidos), Toronto (Canadá), Melbourne (Australia) y Reikjavik (Islandia). Todas se caracterizan por hacer un uso eficiente de la energía, buenos estándares de calidad de vida, una buena participación de la población en la toma de conciencia y una importante aceptación de la diversidad y la integración. Aunque a Latinoamérica le queda un largo trecho por recorrer para llegar a formar centros urbanos que estén a esa altura, hay varios puntos que se marcan importantes avances en la materia.
La Red Ciudades es uno de los organismos que nuclea ciudades de once países latinoamericanos bajo la consigna de unirse para la creación de territorios más justos, democráticos y sostenibles. En este caso, Argentina se encuentra representada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; las ciudades de Mendoza y Maipú, provincia de Mendoza; la ciudad de Córdoba; San Martín de los Andes, provincia de Neuquén; Santa Fe y Rosario, provincia de Santa Fe. De hecho, la capital santafesina fue promovida en noviembre del año pasado para presidir dicha organización.
Además, junto a otras ciudades argentinas, integran el grupo de 292 municipios latinos, conocido como Mercociudades. El mismo también constituye una red de integración, con el objetivo de lograr la participación de sus integrantes en el seno del Mercosur e impulsar el intercambio y la cooperación. Entre sus ejes de trabajo, se puede encontrar la promoción de la comunicación para favorecer el desarrollo de políticas de desarrollo sostenible.
Resiliencia y educación: conceptos que crean sostenibilidad
Para tener una visión más cercana sobre este tema, hablamos con Andrea Valsagna, secretaria de Comunicación y Desarrollo Estratégico y directora de Resiliencia de la ciudad de Santa Fe. “Algunos de los puntos fundamentales para lograr una ciudad sostenible son el abordaje integral y la comunicación”, puntualizó la especialista en la materia.
También apuntó a la educación como un eje fundamental para conseguir un cambio efectivo en el paradigma que gobierna la urbe y su planificación. “Cuando uno piensa que la sociedad tiene que modificar sus hábitos y conductas, la mejor manera es que se plantee desde el sistema educativo en sí mismo. Incluir en las currículas primarias cuestiones ecológicas y sobre el entorno en el que viven”, explicó. También señaló que justamente son las generaciones más jóvenes las que tienen mejor asimilados estos conceptos de preservación, dado que ocupan un lugar importante en la agenda pública.
Valsagna coincidió también con el concepto anteriormente enunciado del conocimiento del entorno como otra variable de suma importancia a la hora de planificar, describiéndolo como un proceso complejo y que no puede ser abordado desde un único campo de acción. “El enfoque con el que se trabaja implica que cuando uno traza una política de este tipo lo hace pensando en todos los actores que pueden estar implicados, no sólo el gobierno, sino también el sector privado, los civiles. Cuando uno puede avanzar en este tipo de consenso y uno puede planear hacia dónde se dirige la ciudad, siempre se genera una sinergia más positiva”, detalló.
En esta arista, toma un rol preponderante la resiliencia, entendida como la capacidad de los territorios para soportar y recuperarse de catástrofes, preparándose con antelación para los fenómenos naturales de su entorno. Ciudades como Lima (Perú), Santiago de Chile (Chile) y Campinas (Brasil) son algunos de los referentes en esta materia. “Se trata de dejar de pensar en la emergencia para pensar cómo tienen que modificarse los usos del suelo, los proyectos edilicios, el trabajo educativo, la atención de la salud, el involucramiento de las comunidades. Es un trabajo fuertemente articulado que hace que quede claro cuáles son las prioridades”, afirmó la directora santafesina.
Este nuevo paradigma al que los organismos internacionales y las ciudades se vuelcan poco a poco requiere un trazado de políticas pensando en todos los actores que puedan estar implicados. El camino a la sostenibilidad sólo es posible con el compromiso de la política, el sector privado y el de la población.